Así es como apagamos nuestra propia luz…
Seguramente tú también ya escuchaste eso de que las palabras tienen poder… Que son como “hechizos mágicos” que vas soltando a diestra y siniestra que pueden tener un efecto directo en nuestra vida diaria… Bueno, pues yo no lo creía hasta que caí en cuenta que por la manera en que me hablaba, me estaba quitando muchísimo reconocimiento a mí misma y me estaba manteniendo pequeñita, tamaño miniatura.
Usamos más adjetivos para descalificarnos que para reconocernos.
¿Te ha pasado que cuando alguien reconoce y aplaude tu trabajo y todo lo que has podido lograr, tu primera respuesta es: “fue suerte” o “se lo debo a _____”
¿NETA? ¿Suerte? ¿No tiene que ver con que eres lo suficientemente buen@, trabajador@, disciplinad@ y que has luchado a través del tiempo para merecer lo que hoy estás cosechando?
¿NETA? ¿Se lo debes a _____? ¿O será que sí tienes las capacidades para hacer lo que quieres hacer y has aprendido a lo largo del camino herramientas que hoy te permiten destacar? 🤔
O mejor aún: ¿cuántas veces te has hablado a ti mism@ con la rudeza innecesaria que jamás le expresarías a alguien que “sí quieres” y “sí respetas”?
¿Cuántas veces te has dicho a ti mism@ que eres: tont@, inútil, incapaz, fe@, poco valios@ o que “no mereces” porque no eres especial…?
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer nuestro propio brillo?
Podría seguir con una lista INTERMINABLE de maneras en la que nosotr@s nos vamos poniendo el pie para no reconocer nuestro potencial, pero ¿sabes qué es lo peor? que arrastramos esta práctica con nosotr@s aún cuando estamos teniendo éxito…
Y ahí el problema es que esa crítica interna se suma a la crítica que vamos a recibir de afuera por atrevernos a querer destacar, por movernos y elegir dejar de sentirnos insuficientes todo el tiempo…
Por eso, te doy un mega spoiler:
Piénsalo, cuando por fin estamos avanzando en nuestras vidas y haciendo algo que nos enorgullece llega alguien a:
A) Minimizarlo
B) Criticarlo
O mi favorito:
C) Intentar convencernos de tirar la toalla porque “ya deberíamos conformarnos”...
Y todo se resume a lo siguiente:
A la gente le espanta tu brillo porque cree que ese brillo va a ensombrecer el suyo…
Sin embargo, he llegado a la conclusión de que mi brillo no opaca el tuyo, ni el tuyo opaca el mío. Al contrario, hay espacio para que tod@s brillemos… Pero nadie nunca va a poder brillar realmente hasta que nos caiga el veinte de que la validación y el aplauso tiene que venir de adentro, no de afuera.
Te dejo estas preguntas que a mí me sirvieron muchísimo en mi proceso para hacer las paces con esto:
- ¿A quién o quiénes les funciona verme menos poderos@?
- ¿Qué gano y qué pierdo si escucho las voces de los demás antes que la mía?
- Qué me define más ¿lo que yo pienso de mí o lo que otr@s piensan de mí?
- ¿Cómo puedo poner un límite ante los comentarios de otr@s que solo me causan más conflicto?
Y te dejo este recordatorio que me sigue acompañando siempre:
DONDE NO CABES, ES UN REGALO QUE NO QUEPAS.
¿En qué lugar estás ahorita tú? ¡Me encantaría leerte en los comentarios!
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9 comentarios
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Realmente me estoy acomodando a los 62 años desde el pequeño gran paso de cobrar conciencia como mujer, esposa, madre, abuela mucho por trabajar y aprender gracias por estar ni se imaginan el impacto que están haciendo en muchass de nosotras..un abrazo desde Chihuahua gracias Graciela
Graciela Rodríguez el
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Que difícil es exigir lonque sabemos merecemos , con tanta gente con tan poco compromiso nos hace pensar que es todo lo que pudiéramos encontrar
Lucy Villarreal el
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En la desvaloración, en la no confianza, en el yo no puedo, no soy buena, etc.
Adriana el